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Carne podrida: ¿un nuevo delicatessen?

Hace una semana hicimos juntos un repaso por la gastronomía raruna, en un artículo en el que hice una pequeña selección de comidas raras, asquerosas para algunos, infrecuentes para otros, y comibles por una minoría. En éste dejé claro que, partiendo del respeto a la tradición cultural de cada grupo social, étnico o religioso, en mi opinión no hay una gastronomía extraña como tal, sino comidas más o menos frecuentes para cada uno. Pero hoy mis convicciones se han tambaleado, después de saber que un carnicero austriaco ha popularizado en los restaurantes de Salzburgo los platos de carne putrefacta. Como lo oís, carne podrida, pocha, descompuesta o purulenta, como queráis llamarla. Lo hagáis como lo hagáis, el olor que se me viene a la mente es el mismo. Y esto sí entraría dentro de lo que uno entiende por raruno.

¿Comer carne podrida? A ver, yo no quiero ir de cerrado, ni mucho menos en cuestiones de comida, pero ¿esto no es malo para la salud? Uno ya no sabe qué es leyenda urbana y qué es realidad, pero yo he crecido escuchando eso de «mucho cuidado con dónde comes, no te vayan a poner carne en mal estado, que es muy peligroso». Y claro, ahora aparece este señor mostrando orgulloso a las cámaras su carne mohosa, y a uno se le queda cara de póquer y el estómago acartonado para el resto del día. Tanta es la expectación que ha generado la carne putrefacta entre los cocineros de los restaurantes de Salzburgo, que el genial carnicero, en un alarde de chulería, ha dicho que no la clave está en la humedad del lugar en el que almacena la carne, pero que no va a decir el dato exacto.

Desde luego, el angelito cocinilla de mi hombro derecho me dice que ni se me ocurra «hincarle el diente» a un pedazo de carne podrida. «Si ni siquiera eres un apasionado de la carne normal», argumenta. Pero el demonio de mi hombro izquierdo, el comilón que a todo se atreve con tal de gozar de un nuevo gusto, siente un deseo irrefrenable de comprobar si es verdad eso del sabor a nueces de la carne mohosa al que hace referencia el carnicero de Salzburgo. ¿Será la carne podrida un nuevo delicatessen, un descubrimiento fruto de un error como lo fue en su día el queso azul de Cabrales o el propio queso torta? ¡Uf!, no sé, no sé… ¿Vosotros qué pensáis de todo esto?

Foto: Auggie Tolosa

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8 comentarios en “Carne podrida: ¿un nuevo delicatessen?

  • 17 agosto, 2011 a las 11:55

    No salgo de mi asombro.

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    • 17 agosto, 2011 a las 12:27

      Me encantaría que un especialista en salud alimentaria nos dijera hasta qué punto es sano comer carne podrida. Cuando he visto el vídeo, me ha parecido una inocentada total.

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  • 17 agosto, 2011 a las 19:13

    No me lo puedo creer. Esto es de verdad? Nos estamos volviendo locos? Un día al volver de vacaciones el refrigerador estaba parado y la carne apestaba desde kilómetros a la redonda… creí que me desmayaba… No entiendo que haya quienes disfruten comiendo carne podrida

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  • 18 agosto, 2011 a las 3:07

    ¡¡¡Yo opino que sin duda hay que probarla!!! Muchos productos comemos «podridos» o fermentados sin que nos pase nada y no nos ha pasado nada. ¿Porqué no probar esto que dicen los que lo han probado que es una delicia?

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    • 18 agosto, 2011 a las 8:54

      Hola Alex,
      yo no lo tengo tan claro, sinceramente. No me parece comparable la fermentación de la harina para fabricar pan, o del queso, con la de la carne. Además, una cosa es la putrefacción, y otra la fermentación. Sigo esperando la opinión de un médico especialista en nutrición o de un biólogo, que nos saquen un poco de dudas 😉

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  • 10 septiembre, 2011 a las 20:40

    Hombre, la carne podrida-`pasada de aves de caza era un plato muy popular en la alta Edad media, si bien es cierto que no lo he vuelto a escuchar, pero a nadie le extraña el queso podrido italiano »marzu» (bueno en España también hay alguno aunque no tan famoso) y en Islandia hay un plato muy típico de carne de tiburón podrida (esto se hace debido a que tiene unas toxinas que hacen que en fresco sea tóxico)
    Yo no lo comería, no me llama demasiado, pero no es algo tan extraño.

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  • 5 agosto, 2014 a las 8:58

    Hace años, descubrimos en el fondo de la nevera (no recuerdo si envueltos o en un tupper) unos filetes de vacuno que, de pasados, se habían vuelto tricolor (rojo fuerte, blanquecino y verdoso).
    Después de mucho darle vuelta al asunto, y por eso de que la carne no es tan peligrosa que esté pasada, y que a la caza hay que dejarla que «se haga», decidimos freírlos y probar a ver qué tal…
    No he probado filete tan sabroso en mi vida… Una verdadera exquisitez. Ni lo he vuelto a probar, porque no hemos conseguido darle ese punto aunque lo intentamos una vez más…
    ¡Ah!, no nos pasó nada. Ni la más leve descomposición.
    Por cierto… ¿quién probó por primera vez queso de Roquefort, ese queso que un buen día el primero que lo comió descubrió que el queso se le había estropeado y llenado de moho? ¿Y el de Cabrales? ¿Y los huevos chinos milenarios? …

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    • 5 agosto, 2014 a las 9:24

      Hola Jose, no me atrevería a aludir a tu caso como ejemplo a seguir, aunque lo cierto es que no es la primera vez que escucho algo parecido. No estaría de más que algún entendido en la materia nos explicara por qué determinados alimentos en descomposición se pueden consumir sin ningún tipo de riesgo (como el caso del queso azul al que hacías referencia), y otros no. Gracias por compartir tu experiencia. Un saludo.

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Ricardo Ojalvo

Se define a través de sus recetas y artículos como un consumidor consciente y un amante de la cocina dominado por la curiosidad, comprometido con la causa de los platos fáciles, rápidos, ricos y sanos. Su pasión de eterno aprendiz es la sal de sus publicaciones, y su humor, la pimienta.