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Prevenir y curar roturas fibrilares… ¡con comida!

Cuando hacemos deporte de forma intensa, estamos exigiendo a nuestro cuerpo un nivel de esfuerzo que en ocasiones nos puede pasar factura. Ya sea por un mal calentamiento, por realizar algún movimiento inadecuado, o porque durante una larga temporada hemos estado entrenando al máximo, nuestros músculos pueden decir basta y podemos sufrir problemas musculares. Cuando se trata de tirones o pequeñas sobrecargas, es algo que no va más allá de reposar un par de días y tratar de no forzar demasiado en los siguientes; el problema es cuando se producen roturas fibrilares.

hidratarse

Estas roturas pueden deberse al sobreesfuerzo, golpes o movimientos inadecuados. Las fibras que componen el músculo se rompen, y eso produce dolor al realizar determinados movimientos, o en casos más graves, cuando la afección es más amplia, imposibilidad de realizar algunos movimientos. ¿Y cómo se pueden prevenir? Pues calentando bien, estirando de forma adecuada (algo que pocas veces hacemos, bien por prisa, bien por pereza), y de otra forma que no debemos pasar por alto: alimentándonos correctamente y echando una mano a nuestros músculos con la comida adecuada.

Entre las comidas amigas de los músculos, se encuentran los hidratos de carbono, que pueden ser simples o complejos. Los primeros son la glucosa, la fructosa y la lactosa, y los podemos encontrar tanto en bebidas energéticas como en batidos y otros pequeños complementos alimenticios. Es muy común tomar batidos cuando se va al gimnasio con la idea de ponerse «cachas», y en contra de lo que mucha gente piensa, eso no te hace engordar (tomado en cantidades normales), sino que ayuda a que tus músculos cojan fuerzas y sean más resistentes. Los hidratos de carbono complejos se encuentran en alimentos como el arroz, el trigo, la pasta… Son muy energéticos y también hacen que nuestros músculos se recuperen mucho mejor.

A veces hay jugadores que tienden a romperse de forma recurrente las fibras de algunos músculos, y en lugar de ser por motivos puramente deportivos (por ejemplo, los futbolistas, que realizan grandes esfuerzos y someten a un estrés elevado a su cuerpo) o casuales (un golpe o movimiento súbito), son debidos a una alimentación deficiente (¡o incluso una hidratación poco adecuada!), y eso, siempre tiene solución. Así que, ¡vigila tu alimentación!

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