text-decoration: line-through; }

Cualquier sabor pasado fue mejor

¿Por qué algunos alimentos empeoran con los años? ¿Por qué asumes con naturalidad que los tomates o el pan de tu niñez eran mejores que los que comes hoy? Si las casas, los coches, los robots de cocina y Sophia Loren, son mejores cada año, ¿por qué no sucede lo mismo con lo que comemos?

No, en serio, ¿estamos locos o qué? ¿Es la comida la gran perjudicada del progreso tecnológico? ¿Por qué parece existir una relación directamente proporcional entre el desarrollo económico de los pueblos y la pérdida de sabor del pan, la fruta o la verdura que compramos en la tienda de la esquina? ¿Por qué vivimos con la sensación de que cualquier sabor del pasado fue mejor?

Hace poco, en una entrevista en la radio, escuché decir a un actor con algo más de sesenta primaveras que recordaba vivamente el sabor del pan que le daba su madre cuando era un chiquillo, y lo describía como algo emocionante y sublime, incomparable con lo que hoy en día venden bajo el mismo nombre hasta en las gasolineras. Pero más que el dato en sí, lo que me hizo pensar fue la naturalidad con la que dio por sentado la pobreza del pan nuestro del día de hoy, algo que, al parecer, todos sabemos y aceptamos.

Si aún no tienes sesenta tacos, apostaría mi colección de sartenes a que sabes de qué estoy hablando, pero si cuentas menos de veinte en tu carnet de identidad, pondría la mano en las brasas porque dentro de cuarenta años no se te van a humedecer los ojos al recordar el pan o los tomates que comías cuando eras un chiquillo.

Aunque a lo mejor es que el romántico que llevo dentro cada vez está más fuera y menos dentro, y los modestos bocados del presente se acabarán convirtiendo en delicias del pasado de la misma forma que hoy en día, tal vez, hemos acabado divinizando lo que no lo merecía tanto. Puede que algo de esto haya, porque imagino que cuando yo mismo llegue a los sesenta, cualquier sabor que alcance a imaginar entonces asociado a la figura de mi madre, por burdo que sea, conseguirá ponerme los pelos como escarpias.

En todo caso, tengo mis dudas. El auge de la comida biológica y ecológica, por ejemplo, es una constatación de que algo grave está pasando. No deja de ser paradójico que hoy asociemos el sabor auténtico de las cosas con épocas muy remotas en las que hubo que lidiar con la escasez, y que sentados en la cima de la evolución y el progreso, tengamos que dejarnos la pasta para comportarnos como «foodies» (o pijos de la comida cursi) comprando en boutiques selectas en busca de comida fea, parecida a la de antes

Lo más seguro, como casi siempre, es que la verdad habite en terreno de nadie, en ese punto intermedio que ni demoniza todo lo del presente, ni encandece ante cualquier referencia a la comida del pasado, sea lo que sea. Casi seguro, no, seguro que cualquier sabor del pasado no fue mejor que su equivalente de hoy en día, pero por otro lado, parece evidente que producir en masa para que todo sea asequible para todos en cualquier momento del año, se ha llevado por delante el sabor de muchos alimentos, y lo peor es que ya hay generaciones que no tienen un sabor del pasado con el que comparar.

¿Tú cómo lo ves?

Rate this post

2 comentarios en “Cualquier sabor pasado fue mejor

  • 23 junio, 2016 a las 21:04

    Recuerdo el sabor de la leche condensada)

    Respuesta
  • 9 agosto, 2016 a las 9:09

    Si, es uno de los sabores más agradables.

    Respuesta

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Ricardo Ojalvo

Se define a través de sus recetas y artículos como un consumidor consciente y un amante de la cocina dominado por la curiosidad, comprometido con la causa de los platos fáciles, rápidos, ricos y sanos. Su pasión de eterno aprendiz es la sal de sus publicaciones, y su humor, la pimienta.