
La becada nos agrada con sabores fuertes, ya que sus vísceras han de cocinarse junto con la pieza para componer la salsa. También suelen emplearse especias aromáticas -tomillo, romero- que, en su justa medida, nos transporten a los claros del bosque donde la becada se esconde de día y pisotea los pastos al atarceder.
¿Qué esconde la becada?
Comerse una becada supone una experiencia anacrónica, viajar a tiempos del medievo y empaparse en una sinfonía de tierras y bosques húmedos en otoño. Más que un placer, conlleva una responsabilidad. Aseveran los expertos que debería acreditarse un carnet de gastrónomo y demostrar conciencia del atentado ético y ecológico que se ha tenido que perpetrar antes de poder presentar al pájaro en la mesa.
J.M.Ávila/Cocina.es

Envidio a este redactor por haber probado semejante manjar. Sólo por como lo cuenta se nota que ha disfrutado y entran ganas de probar una becada de inmediato.