
Es por eso que compartir la comida no es ni mucho menos una cuestión meramente alimenticia, sino un acto social de gran valor que puede servir para mil cosas: para romper el hielo con una chica que nos gusta, para conocerla a fondo y, llegado el día, pedirle que se case con nosotros; para conocer amigos y descubrir algún que otro enemigo, para hacer negocios, etc.
Lo que parece claro es que, en general, las personas preferimos comer juntos a hacerlo solos. Por eso me ha parecido muy interesante la iniciativa de la web Eat with me, cuya finalidad es crear eventos gastronómicos (o sea, comidas, cenas, desayunos o meriendas) y hacerlos públicos con el fin de que se apunte quien quiera. ¿Compartir la comida y compartir la propia presencia de cada uno como vehículo dinamizador de las relaciones entre las personas? ¿Pero esto no estaba inventado ya? Y es que, en Internet, a veces la propuesta más genial nace de la idea más elemental y cotidiana.
Foto: Eat with me
